Resulta muy curioso como nuestro conocimiento de la realidad a través de la ciencia va poniendo en cuestión, poco a poco, algunos de nuestros conceptos culturales más añejos y asentados.
Descubrir que, según nos muestra la química y el análisis de trazas, la pureza no existe, o que la degradabilidad en realidad puede ser una virtud, hubiera puesto los pelos de punta a más de un filósofo medieval.
Una ventana o una tubería de plástico necesitan ser lo más estables posible, ya que están destinadas a perdurar en el tiempo. Sin embargo, cuando se trata productos plásticos de consumo masivo como son las botellas, las bolsas, etc. como, al menos hoy por hoy, el comportamiento de la ciudadanía es en general poco cuidadoso y a veces los tira o los abandona en la naturaleza, conviene que estos productos estén fabricados con plásticos fácilmente degradables. La degradación, en suma, puede ser una virtud.
El aditivo lo consigue
Las bolsas biodegradables se fabrican básicamente desde dos enfoques distintos: a partir de polímeros derivados de extractos vegetales, una opción que resulta bastante cara y que presenta resultados desiguales en lo que a calidad se refiere; y mediante la denominada oxo-biodegradación, que consiste en añadir al plástico, durante el proceso de fabricación de las bolsas, un aditivo que lo convierte en biodegradable.
Es a este aditivo al que se refiere el símbolo d2w® que aparece en el lateral de muchas bolsas de comercios de nuestro entorno, aparentemente iguales a las tradicionales. d2w® y el logotipo de la gota son marcas registradas utilizadas para identificar una variedad de productos plásticos semi-rígidos y flexibles totalmente degradables, así como los aditivos químicos que hacen posible ese fenómeno.
Estos aditivos, cuando se añaden en el proceso de fabricación, provocan la descomposición del plástico, de forma total y segura, en agua, dióxido de carbono y una pequeña cantidad de biomasa, el mismo efecto que la degradación provocada por bacterias en la materia orgánica.
La característica de degradación comienza en el momento de la extrusión del polietileno o polipropileno, mediante la incorporación de una pequeña cantidad de un aditivo especial. Es este el encargado de la descomposición de los enlaces carbono-carbono en el plástico, lo que lleva a una disminución del peso molecular y, al final, una perdida de resistencia y otras propiedades.
Se utilizan estabilizantes para garantizar una vida útil suficientemente larga para cada aplicación específica. Por ejemplo, una bolsa de basura puede necesitar una vida útil de unos 18 meses antes de perder la resistencia, mientras que una bolsa para pan podrá necesitar de apenas algunas semanas.
Más información:
http://es.oxibio.net
Luis Blanco-Urgoiti
Secretario General
AVEQ-KIMIKA
aveq@cebek.es
Tel: 944002800
www.aveq-kimika.es